Aquel ataque de tos estuvo a punto de costarle la vida. Cuando se recuperó se juró que nunca más volvería a comerse el Cola-Cao a cucharadas.
Al pobre imbécil lo encontraron días después muerto en el suelo de su cocina, tenía una cuchara sopera en la mano. El bote abierto de Cola-Cao descansaba en la encimera... otra muesca más a su revolver de polvo de chocolate.
Aquel ataque de tos estuvo a punto de costarle la vida. Cuando se recuperó se juró que nunca más volvería a comerse el Cola-Cao a cucharadas.
Al pobre imbécil lo encontraron días después muerto en el suelo de su cocina, tenía una cuchara sopera en la mano. El bote abierto de Cola-Cao descansaba en la encimera... otra muesca más a su revolver de polvo de chocolate.
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